Había soñado con escribir esta entrada antes de soñar con tener un blog. Recuerdo conversaciones en primero de carrera hablando sobre irme a China cuando acabara. Y aquí estoy. Ahora que ha llegado el momento no me lo creo y me tiemblan las manos.
Cuando en octubre mis planes de irme a China se aplazaron tantísimos meses rompieron definitivamente, metí todos los sueños en un cajón. Guardé todas las ilusiones y les dije que se estuvieran quietas y no dieran la lata hasta que hubiera llegado el momento. Hoy he vuelto a recogerlas, y ahí seguían, temblando de los nervios y listas para volver a la carga. Igual de bonitas que el primer día. Algo asustadas, pero vivas.
Cuando en octubre mis planes de irme a China se rompieron, volvía a casa después de cinco años fuera. Cuando volví a casa después de cinco años fuera, mi casa no parecía mi casa. Que en casa nada cambia, que todo sigue igual…eso dicen los que vuelven de vez en cuando, pero no los que vuelven para quedarse. Eso decía yo.
En estos meses he aprendido a estar en casa. He aprendido a decidir mi rutina. He aprendido que las cosas pequeñas son las que te salvan la vida, y nadie más que uno mismo es el responsable de decidir por qué cosas quiere ser salvado.
Un solo café y un par de sonrisas me han llegado a salvar el día, enterito. Otras veces los paseos por la playa, en los que acostumbro a tomar grandes decisiones. A veces incluso el gimnasio. Muchas, muchas, muchas veces han sido mis sobrinas: berberecho, garabullo y pitiño. Todos los martes me la salvaban mis niños del voluntariado. A menudo mis amigos, la mayor parte de las veces sin ellos saberlo. Me salvaba cada minuto que le dedicaba al curso más molón. Me ha salvado huesitos, de todas las maneras que se puede salvar a una persona. Me salvó este blog. Me salvaron los reencuentros granadinos, cargaditos de amor. Me salvaron las sonrisas, las lágrimas de risa y las sorpresas bonitas. Me salvaba la sonrisa de mi abuela. Me salvaron los proyectos que he empezado y que dejo a medias para algún día terminar, o no. Hoy me salvará Barcelona y el viernes China.
Y ahora sí, empieza mi año nuevo, vida nueva.
Aquí dejo un vídeo que descubrí a través de un amigo loco y está rulando ultimamente por las redes sociales. En mi opinión define perfectamente la aventura de la vida y está lleno de verdades verdaderas.
¿Te atreves a soñar?